Los críticos cuarenta (R) - Helena Sauras



Helena Sauras

http://www.helenasauras.com

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Mientras entraba en la fábrica, recordé cómo en el patio comíamos Bollycaos, Phoskitos y dulces de la Pantera Rosa. En los noventa, nos prometimos que, cuando fuésemos mayores, fabricaríamos nuestros propios pasteles. Por eso, había alquilado aquella fábrica de dulces artesanal para el puente de la constitución. Nadie de nosotras había seguido el camino de la pastelería, pero aquel año iba a ser especial para todas.

Estaba nerviosa porque no las había visto desde aquellas fiestas de San Juan. Habíamos comido caracoles que nos sentaron fatal y acabamos en el hospital. Fue más que un susto, porque al final no todas nos recuperamos. Isabel acabó falleciendo al cabo de unos días. Dijeron que había sido una infección que acabó en un fallo multiorgánico, pero yo siempre pensé que el desencadenante fue aquella loca verbena.

Revisé el congelador de la fábrica y vi que era bastante grande. Respiré aliviada. Un familiar me lo prestaba por un año. Allí cabrían los suficientes pasteles que elaboraríamos para los diferentes cumpleaños. Íbamos a cumplir cuarenta y, cambiar de decena implicaba volver la vista atrás y analizar si habíamos cumplido los sueños que entonces teníamos.

Yo no me podía quejar. Siempre dejé mi alma al viento. No había cumplido los deseos que por entonces nos intentaban inculcar. Pero era feliz a mi manera y eso era lo más importante. Cada día me levantaba con ganas de más. Vivir se había convertido en un disfrutar con cada uno de mis sentidos. A diario, intentaba contemplar, escuchar, degustar, oler, palpar y emocionarme con cada sensación. Antes de que todo se perdiera para siempre, antes de que la muerte me sorprendiera en medio de alguna labor irrealizable. Todavía sentía curiosidad por experimentar y no quería que se acabara.
No tardaron en llegar las demás. Después de saludarnos, besarnos y soltar algunas risas, nos pusimos a la tarea. Carmen, Matilde y Rosa habían apostado por la maternidad. Serían las primeras en echarnos una mano porque habían dejado a sus bebés a cargo de otras personas y no estaban tranquilas. Cuando terminasen, serían las primeras en irse.
Repasamos los diferentes ingredientes que habíamos comprado y el ambiente empezó a oler a azúcar y agua de azahar. Carmen dijo que quería un roscón de reyes para su cumpleaños, porque había nacido ese mágico día. Se nos empezó a abrir el apetito. Después, empezamos a elaborar cuarenta figuritas de mazapán para cumplir el deseo de Rosa.

Sara prefirió un pastel de frambuesa y Catalina una tarta de piña. Empezamos a mezclar ingredientes para las que se decidieron por las frutas. Hicimos unas bandas de ellas, hojaldres y cremas de lo más sugerente.

Y, por último, nos tocó el turno a las de diciembre. Ainhoa eligió una tarta de café y yo la miré con ojos excitantes. No era la primera vez que me percataba de la fuerza de sus ojos, un halo de complicidad en sus gestos delató su atracción. Ambas habíamos nacido el mismo día por lo que la compenetración era absoluta. Entre bromas y risas, elegí una de tres chocolates distintos. Quería probarlos todos. Duplicamos las tartas para tomárnoslas aquella misma noche. Las dos cumplíamos treinta y nueve y todavía nos quedaba un año para entrar en los críticos cuarenta.

Después de congelarlas para que estuvieran listas para cada ocasión, recoger y ver la hora que era, las demás se fueron. Cada una se hizo responsable de descongelar su tarta el día señalado. El próximo año tocaría celebrarlos todos. 2020 entraría con energía y ya podríamos recargar baterías. No había problema, porque nos dejaban el congelador hasta el final del año siguiente.

Mientras nos quedamos a solas, le pregunté si aún echaba de menos a Isabel. Temblorosa y sin rehuirme la mirada, negó con la cabeza. Sentí calor a través de sus ojos. Luego, me dije ahora o nunca y la besé. Sus labios húmedos sabían a café y creo que, por la forma en la que me devolvió el beso, pensó que los míos eran una delicia de chocolate.

8 comentarios:

  1. Hola Helena! ¡Qué bonita historia y qué recuerdos me traen los bollos que yo también comía cuando salía al recreo en el colegio!
    Hay una frase que me ha chocado un poco y es cuando dices "Nadie de nosotras". Me suena mejor "ninguna de nosotras" o simplemente "nadie". En cualquier caso es mi opinión.
    Haces muy buenas descripciones pero, a mi modo de ver, me hubiera gustado leer algún diálogo para conocer un poco mejor a los personajes y aportar ritmo a la narración. ¡El final ha sido una toda una sorpresa! ¡No me lo esperaba aunque ya habías avanzado la gran complicidad que tenían! He disfrutado con tu relato.
    ¡Hasta el siguiente!

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  2. Hola Helena Sauras.
    Tu relato es el primero que debo leer para cumplir con la convocatoria, y me ha gustado. Original idea la de esas muchachas que preparan sus pasteles con tanta anticipación. Y es así, los cuarenta bien valen una celebración especial. Como tú dices “cambiar de decena implicaba volver la vista atrás y analizar si habíamos cumplido los sueños que entonces teníamos.“

    Te voy a sugerir algunos detalles, pero ten en cuenta que es solo mi opinión, la historia es tuya y tú decides:
    Por eso, había alquilado aquella fábrica de dulces artesanal para el puente de la constitución.
    -Me parece que podría ser: fábrica de dulces artesanales.
    -No entendí el significado de: para el puente de la constitución.

    Ainhoa eligió una tarta de café y yo la miré con ojos excitantes.
    -Esta frase me suena rara, por lo de “ojos excitantes”

    Pero insisto, son solo sugerencias que puedes, o no, tener en cuenta.

    Te han quedado tres párrafos sin separar, cosa que frecuentemente nos ocurre al pasar el texto al formulario de envío.

    Haces una buena descripción de la organizadora de la pastelería, y si bien el final es inesperado, no sorprende tanto porque la relatora es alguien que, como ella misma dice, “Siempre dejé mi alma al viento. No había cumplido los deseos que por entonces nos intentaban inculcar.”

    Ha sido un gusto leerte. Te buscaré en el próximo reto.
    Abrazos y felicidades para las fiestas y mucho más.

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  3. Helena, este sí ha sido un dulce relato con final feliz. Nada mejor que saborear el chocolate en unos labios ajenos... salu2 y Felis Nabidá

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  4. Menos mal,ese encanto se hubiera diluido si ese noble caballero en vez de café,se hubiera comido un emparedado de sardinas con roquefort.Mas allá de mi humorada,muy buen relato.Felicidades.

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  5. Hola Helena, soy Vespasiano:
    He tenido problemas durante unos días con Internet, por eso no he podido comentar antes tu historia.
    Historia dulce que desemboca en el conocimiento de la tendencia sexual de dos de las mujeres implicadas en tu relato.
    En los tiempos actuales la revelación de la sexualidad de las personas no es ningún misterio ni tabú. Cada cual puede ejercer libremente su amor, salvo en países homófobos. Por eso el reconocimiento de su mutua atracción es un canto a la libertad.
    Por ello te felicito.
    Aprovecho la oportunidad para desearte Feliz Navidad.

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  6. Hola Elena, tú relato aunque me ha gustado me ha parecido extraña la idea de congelar pasteles, el final si esta muy bien también echo falta algún dialogo y de ortografía y gramática no soy el mas indicado para decirte algo. Felices fiestas y prospero año. José María.

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  7. Hola Helena:
    No sé, un relato extraño que me ha dejado pensativo. Al principio se apunta una muerte que, por los indicios, parece intencionada, o eso nos haces creer. Porque si no fuera así sobraría del relato. Parece que casi todo el relato son los prolegómenos, la puesta en escena, pero todo acaba en un beso romántico inesperado. No sé tampoco si esa pregunta sobre Isabel puede ser una insinuación de un asesinato quizás pasional. Para mi gusto le falta al relato un poco de fuerza aunque se mantiene el interés en todo momento.
    La forma me ha gustado porque está correctamente escrito con buen estilo y descripción. Se hace ameno.
    Un saludo.

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  8. Hola Helena, bien por ese final de atracción de las dos chicas comiéndose los morros con chocolate.Lo que se me pierde es el comienzo con ese final. Una gastroenteritis por comer caracoles, creo que has intentado meter la palabra pero es que después hablas de que en realidad fue la loca verbena ¿qué pasó? Es curiosidad. Hecho de menos un hilo conductor y creo que hay demasiados sentimientos y emociones en el centro del relato para mi gusto; tal vez equilibrarlos con las descripciones de las chicas. Pero, vamos que lo he disfrutado igualmente. Un abrazo y feliz año nuevo.

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