El Intruso (R) - Amadeo


Amadeo


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El intruso

El anochecer comenzaba a inquietarse: algunas nubes se oscurecían y tomaban velocidad. La penumbra crecía para así opacar claridades. El aire se enfriaba, se humedecía y de pronto, en finísimas gotas, el agua ya mojaba sin permiso.
Él supo que necesitaba protección. Solo una vez anterior había sufrido por una tormenta de verano y esta, podría ser equivalente. Tenía miedo, le urgía encontrar un refugio. Pensó a donde ir y entonces recordó su paso reciente frente a un jardín pleno de flores y hacia allí, algo ayudado por el viento que comenzaba a ser amenazante, se dirigió.

Llegó agitado. Se detuvo frente a un cartel con letras negras, sin brillos, que pudo leer: «Fábrica de pasteles artesanales». Creyó que una puerta entreabierta lo invitaba a pasar y entró. El silencio cubría todo: las maquinarias, el horno, las mesas con restos de harinas y algunos pasteles con brillos azucarados. Un suave aroma a vainilla reinaba en el ambiente. ¡Tentador!, pensó con muecas de picardía en sus ojos.
Curioso cómo era, decidió investigar. Disponía de tiempo pues debía esperar el fin del aguacero. Avanzó sin prisa. Observaba todo desde su pequeño tamaño y por ello perdía detalles en las alturas. Las lámparas apagadas no lo ayudaban: solo había luz nocturna filtrada por los ventanales. Llegó al baño, el piso mojado no le molestó, todo lo contrario: se sintió agradecido y minutos después continuó su viaje exploratorio.
Ya con más luminosidad ambiental, dedujo que el nuevo día habría nacido. Prestó atención para descubrir si el temporal había finalizado y fue cuando escuchó voces de dos mujeres: de una persona mayor y de una niña o tal vez adolescente.
— ¿¡Qué pasó anoche!? ¿Entró viento? ¿Cerraste las ventanas? –quiso saber la dueña.
— Las cerré. No veo nada raro. ¿Por qué? –preguntó la joven.
— Mirá esas marcas sobre la mesa. Parecen las de un dedo aceitado. ¡Qué raro!
— O es el rastro de un caracol, de un bebé caracol… Es muy finita.
— ¡Un caracol! ¡Nos contaminó toda la mesa!
— Yo la limpio y preparamos la torta de cumpleaños para doña Marta.
— Sí. Vos limpiá que yo lo busco y si lo encuentro…, lo asesino.
— ¡Pobre caracolito! Son buenos, son riquísimos… –aseguró la jovencita.

A centímetros de los pies de la señora, el caracol aterrado intentó esconderse atrás de una pata de la mesa. Con los ojitos en las puntas de sus tentáculos buscaba la salida más rápida y segura. Esperó que se alejaran esos zapatones oscuros que lo amenazaban. «Podrían aplastarme y moriría sin siquiera pedir clemencia», pensó al vibrar de miedo. Por fin escapó, llegó al zócalo de aquella pared que mostraba la puerta de salida. Avanzó y de pronto vio aquellos zapatos enemigos que interrumpían su camino a la salvación. Amilanado, escuchó lejana la voz juvenil:
— ¿Apareció el caracolito?
— No, todavía no, pero ya descubrí su baba por el piso. No escapará. ¿Ya está limpia la mesa?
— Sí, pero anoche alguien mordisqueó los siete pastelitos que quedaron en la bandeja.
— ¡Nooo…! ¡Es ese desgraciado! Si lo encuentro lo aplasto...
— ¿Preparo la masa con levadura importada?
— Sí, si... Lo mato y te ayudo.

Paralizado por tantos ultimátum, el pequeño caracol no se animaba a avanzar: tampoco quería dejar señales babosas que delataran su viaje liberador. Sabía que el esfuerzo sería mayúsculo, pero imprescindible y sin segregar líquido, avanzó sin destino fijo, sobre pisos ásperos. «Debo seguir o seré caracol muerto», se repetía.
Divisó una mesada de mármol bien pulido por donde podría deslizarse cómodamente, entonces trepó por la pared y arribó a la horizontalidad. Sonrió al olfatear su alimento preferido: «levadura de cerveza». Se lanzó sobre ella y comenzó a saborearla, mientras escuchaba maldiciones lejanas dirigidas a él. Minutos después, satisfecho y feliz, pero distraído, cayó desde las alturas sobre el piso duro. El crac de su caparazón retumbó entre las máquinas detenidas. La señora, en alerta corrió y al ver al ladrón mal herido en el suelo, no dudó en darle muerte definitiva con su zapato. Sonrió triunfante, a pesar del dolor y destrozo causado.
— ¡Listo!... Muerto el intruso. Lo arrojo a la basura y te ayudo –aclaró la asesina del caracol bebé.
— ¡Pobrecito…! Yo me lo hubiera comido con arroz –dijo la joven a la par de mirar sus manos enharinadas.
— Era diminuto…, un bebé… Hasta me dio pena verlo tan inocente... Pero… ¿Los caracoles comen pasteles? –se preguntó a sí misma, con un dejo de arrepentimiento en su boca.

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11 comentarios:

  1. Hola amadeo ,el meter el Carol como protagonista para meter la palabra creo queha sido una buena idea y entretenida .El final del caracol es lo que no me ha gustado.Un saludo y felices fiestas jose maria.

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  2. Amadeo, pensaba en un ratón, pero como siente la asesina, el caracol no podía ser el autor de los mordiscos a los pasteles. salu2

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  3. Hola Amadeo. Peripecias de un caracol que lo has metido como fábula . me ha gustado, pobrecito lo que hay que hacer para vivir. Veo que has puestos rayas cortas en algún sitio, cuando deberían ser largas. Buenas fiestas y mejor año venidero . (el chaval 12)

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  4. Hola de nuevo Amadeo. Veo tus observaciones a mi relato, que agradezco de veras. Hablas sobre "al poco de salir de casa o de su casa, no podía poner otra cosa para no repetir y desde luego el que sale de casa es Roberto. En cuanto al tema de si es para celíacos la pastelería es un detalle, pero no podía dar detalles tan minuciosos con fórmulas y útiles para la fabricación de un pastel. "todo por la moda" es una reflexión de Roberto. quizátenía que haberñlo significado mejor. Gracias por todo y que tengas unas buenas fiestas y año nuevo

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  5. Vaya Amadeo hemos elegido un tema muy caracolero tú y yo. Y cierto, los caracoles no comen dulces, eso sí la cerveza es una trampa muy usada como atrayente y plaf. Una historia muy entretenida, que pena el final del bebé. Pero es lo que toca en un obrador de dulces a quién se le ocurre meter la baba donde no debe. Un abrazo

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  6. Buenas, Amadeo.

    Curiosa historia la del cacarol. Aunque he tenido que leer el principio dos veces para darme cuenta de que quien entra es el caracol.

    Diría que aquí te faltaron unas comillas: "¡Tentador!, pensó con muecas de picardía en sus ojos.". Si es pensamiento, debe estar marcado con ellas.

    Sobre el final, muy trágico, aunque no sé si lógico. Nunca he escuchado el momento en el que un caracol se cae de una mesa y se le rompe el caparazón, pero puedo imaginarme que el sonido no debe ser muy grande, sobretodo porque lo describes como un caracol bebé, pequeñito, y si a fuera está lloviendo, no sé si llegarían a escuchar el golpe.

    Felices fiestas.

    Un saludo.

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  7. Ay madre mia! Que angustia he pasado por el pobre caracol...y que final tan terrible !! ¿Porque no lo dejaste escapar y que viviera feliz entre la hojarasca del jardín?

    En fin , relato muy conseguido , me ha tenido con el corazón en un puño.

    Felices fiestas para ti , y no me busques que este mes no participé , a ver si para el año que viene.

    Abrazos!

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  8. Hola, Amadeo, una intento de fuga muy tenso, y eso que era un caracol. Muy imaginativa la idea de hacer el relato desde el punto de vista del caracol aunque al final me desconcertó el cambio.

    Destaco el inicio, muy poético y profundo, y los diálogos también me gustaron, por su fluidez y naturalidad, aunque te observo que sobra el espacio después se cada línea de diálogo que abre.

    Me gustó mucho, felicidades y felices fiestas.

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  9. Hola Amadeo,
    Aquí, devolviendo tu amable visita y deseando lo que duró la lectura que el caracol se librara de la muerte al menos por esta vez. Mi personaje lo habría dejado vivir, aunque su hermana lo habría pisado sin dudar. Buen relato, buen suspenso. También a mí me ha gustado la idea del caracol como protagonista.
    En otro orden de cosas, valga una pequeña aclaración sobre el comentario que dejaste en mi relato: El Barón Rampante es con B, no con V como pusiste, porque Calvino lo hace pertenecer a una familia de la nobleza de la época. Como Varón o como hombre queda muy bien definido durante toda la novela.
    Gracias por tu aporte.
    Saludos y Felices Fiestas

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  10. Hola Amadeo!
    Me pareció muy original la idea de usar al caracol como protagonista. Un pensamiento lateral que se puede apreciar.
    La historia me gusto pero me dio pena el final. Si me pareció un poco repetitivo el dialogo de la señora, siempre aclarando que iba a hacer, creo que le quita un poco de calidad. De todos modos, es solo una apreciación personal.
    Este mes no pude participar, asi que no me busques. Felices fiestas y nos leemos!!

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  11. Hola Amadeo, pasaste por mi cuento, y me prometí pasar por el tuyo, aquí va mi apreciación: Tener como protagonista al pequeño intruso es una excelente idea. Yo hubiera preferido la muerte del pequeño caracol más trágica, pero son solo gustos. ¡Felices Fiestas!

    Atte: Hercho

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