Vespasiano
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Al principio de mi cautiverio marcaba en un almanaque los días que me faltaban para cumplir la condena, pero son tantos los que pasaré aquí encerrado que, desanimado, desistí de tacharlos y quise olvidarme de lo feliz que era allí afuera desde que pude recuperar a mi hermano.
Para llegar hasta aquí no me fue necesario comprar un pasaje en algún avión de línea regular o en un navío repleto de turistas. ¡Me bastó portarme como un hombre!
Desde muy pequeño he trabajado sin descanso en los campos de cultivo de la fruta y donde los viñedos bordean la carretera que sube a lo alto de la sierra.
Al morir nuestra madre, víctima del virus del Zika, mi hermano con apenas siete años de edad, fue internado en un hogar para menores del Estado.
Por entonces yo andaba malviviendo en un chamizo insalubre junto a una veintena de braceros y no me concedieron su custodia, pero mi amor por él me rompía el corazón al verlo allí abandonado.
Lo que yo no sabía era el infierno que vivían los niños en aquella comunidad religiosa denominada “La familia”.
—¿Qué te ha pasado en la boca? —le pregunté un día que fui a visitarlo.
—El cura me ha metido en la ducha fría con ropa y todo. Me empujó; resbalé y perdí dos dientes.
En aquel momento juré por Dios que no pararía hasta sacarlo de allí.
Más tarde supe del comportamiento tan cercano que ejercían los clérigos sobre los chicos allí congregados:
—Les gusta abrazarnos por la espalda y a veces nos dan besos en el cuello. ¡Pero a mí no me agrada! ¡Ninguno de ellos es mi padre!
En otra ocasión me dijo:
—Nos obligan a meternos desnudos en la piscina para tocarnos.
Indignado decidí denunciar estos hechos ante la autoridad eclesiástica. Pero mis quejas fueron tiradas a un saco roto. Aunque había un rumor de malos tratos y de abusos en esas comunidades religiosas, también existía entre los habitantes del pueblo, un miedo que carcomía, ante el poder de la curia. Tenían muchos contactos influyentes en la capital y el párroco además era íntimo amigo de un destacado juez conservador.
Con el paso del tiempo y con mucho esfuerzo logré hacerme una vivienda. Ayudado por el propietario de un almacén de frutas que me empleó, conseguí tener un trabajo estable que me sirvió para sacar del orfanato a mi hermano pequeño.
Aquella noche le escuché sollozar sin poder conciliar el sueño.
—¿Qué te ocurre? —le pregunté— Ahora estamos juntos. ¡No debes temer nada!
—Me obligó a que le hiciera una felación debajo de su sotana. —Me confesó avergonzado entre convulsas lágrimas.
—¿Cuál de aquellos curas te obligó a hacerlo?
Después de aquellas revelaciones, creé un perfil falso de Facebook haciéndome pasar por un adolescente y agregué entre mis seguidores el nombre de aquel sacerdote que había abusado de mi hermano.
No tuve que esperar mucho tiempo. El párroco de la comuna rural comenzó a mandarme mensajes de texto y audios de contenido sexual. Días más tarde me envió varias fotos haciendo gala de sus dotes masculinas.
Cuando tuvimos más confianza después de haber intercambiado muchos mensajes eróticos, le abordé para saber si el desgraciado, en el auge de su concupiscencia, se delataba recreándose en las aberrantes escenas que hacía meses me oprimían el corazón.
—¿Quiere que le diga lo que más me gustaría hacer con Usted? —Le pregunté de improviso.
—Estoy deseando saberlo —me respondió—. Aunque lo que más me gusta es follar con aquellos que no quieren hacerlo. Me pone muy cachondo escuchar como lloran cuando los penetro, o la cara de asco que ponen algunos cuando les obligo a que me la chupen en la sacristía de la iglesia. ¡Pero creo que no me vendría mal un poco de complicidad con alguien tan maricón como yo!
Días más tarde preparé un encuentro a conciencia.
Aquella noche en el café de la Plaza Central sonaba "Like a Virgin" de Madonna.
En un reservado del salón, el párroco Venancio Capriles esperaba ilusionado la llegada de un chico de apenas quince años.
Cuando me vio entrar, la cuchara que sostenía entre sus dedos se le cayó al suelo provocando un sonido tintineante.
Dos certeros disparos hicieron mezclar la sangre que manaba de su frente con el sudor asqueroso que el miedo a la muerte hizo brotar de su oronda cabeza.
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Buenas, Vespasiano.
ResponderEliminar¡Ay...! Qué relato más duro. Te diría que me ha gustado, pero... ufff. Me ha parecido muy duro, aunque es la realidad en muchos lugares.
Sobre la historia, no sé si es creíble que después de que el cura confiese que le gusta violar, no se vaya a sorprender si alguien queda con él de manera voluntaria. También me parece poco real que llegue a decir algo así. Entiendo que es para darle más dramatismo a la historia, pero eso me ha resultado raro.
Nos leemos.
Un saludo.
IreneR
Hola, Vespasiano.
ResponderEliminarUn relato muy interesante pero que tiene algo poco creíble. Tal vez tenga que ver con el hecho de que sea un monólogo interior. Si el protagonista habla consigo mismo sobran muchas explicaciones:él ya las sabe. Hubiera sido más verosimil que estuviera hablando con su abogado y le contara hasta el más mínimo detalle; o que esté escribiendo una carta de denuncia a un periódico: algo que tenga que ser muy detallado.
Al principio hay una contradicción cuando recuerda lo feliz que era al vivir con su hermano. La historia que sigue es tristísima y cuando lo recupera se convierte en tragedia. El final es muy precipitado ¿por qué lo llevan a una cárcel de máxima seguridad, y qué pasó con el hermano?
De cualquier manera, me ha gustado mucho leerte.
Saludos,
M.L.Plaza
Es el cuarto asesinato en los relatos que voy leyendo. Pero ¿quién soy yo para escandalizarme? No me escandalizo, pero parece una fijación de los escribidores. Mas es tu libertad y yo la apoyo. salu2
ResponderEliminarAmilcar Barca.Sobre el tema de los asesinatos quizás tenga que ver con el nexo de la muerte y el viaje a otra vida,dimensión o lo que sea....es una forma de viajar
EliminarEn primer lugar decirte que me alegra leerte de nuevo, sobre la historia hay varias cosas en su desarrollo que cambiaría,pero eres tu el escritor.un saludo y nos vemos. Jose Maria
ResponderEliminarHola Vespasiano
ResponderEliminarMuy crudo tu relato, una realidad que aún hoy está activa. En cuanto a la forma tienes muy buen uso de los guiones y aplicas lo de "Mostrar y no contar", lo encuentro en la frase "...la cuchara que sostenía entre sus dedos se le cayó al suelo provocando un sonido tintineante".
Por poner un pero, me faltó el punto al final de esta frase: —¿Qué te ocurre? —le pregunté—
Un gusto leerte.
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Hola Vespasiano. Has escrito un relato durísimo donde el epicentro de la historia no solo los episodios de abusos, sino el agravante del miedo del pueblo ante el poder de la curia. Actuaban impunemente y eso es terrorífico.
ResponderEliminarSe supone que el narrador es el hermano mayor, y el otro, el pequeño, el que le cuenta los abusos, el hermano menor, por tanto no me casa la palabra “felación” en palabras de un niño… creo que sería mejor buscar un sinónimo más natural aunque suene malsonante. Has utilizado muy bien la naturalidad de los términos en otras frases.
Más que asesino, justiciero, el título lo confirma.
es verdad, algún comentarista ya te lo ha dicho, que como monólogo resulta forzado, estaría bien utilizar una tercera persona, una carta, un medio que justifique todo el recorrido de la confesión de la historia.
Buen trabajo compañero, hasta pronto.
Hola Tara:
EliminarSoy Vespasiano.
Gracias por tus amables comentarios; ¡pero por favor! dime donde te localizo en los retos para devolverte la visita.
Gracias nuevamente.
Isabel Caballero, 22
EliminarHola Vespasiano, como estas?
ResponderEliminarBueno, es un relato muy duro y original, siempre pienso que hace falta visibilizar mas este tipo de historias, asi que bien por eso compañero!
Coincido con los comentarios de arriba que le falta un toque de realismo... Si bien los pedofilos estan al acecho y los curas se sienten todo poderosos e impunes, no se si pondrian por escrito a un desconocido su confesion...
Por otro lado, creo que las palabras del reto quedaron un poco forzadas, pero es solo mi opinion.
Un saludo y nos leemos!!
Hola, Vespasiano. Tu cuento es una de esas historias que nos impacta porque el referente es algo demasiado real. A mí, al leerlo, me ha parecido bastante inverosímil que un niño use la palabra "felación", por mucha vergüenza que tuviera de contar las cosas que le pasaron.
ResponderEliminarUn saludo,
Hilda G.M.
Hola Vespasiano, aquí estoy para devolverte tu amable visita.
ResponderEliminarComparto con los compañeros la apreciación de que es una historia muy dura.
Por otro lado me parece curioso, que el protagonista haga mención, como resultado de su venganza, a la pérdida de su libertad y sin embargo no haga mención de la indefensión en la que queda su hermano menor como resultado del asesinato. Pues es su hermano, solo y desamparado, lo que motiva la historia en sí.
En el primer párrafo creo que en la frase “cárcel blindada de extrema seguridad” es redundante utilizar “blindada”.
Comparto con los compañeros, que el vocabulario del menor en algunos casos no se ajusta a su caracterización, como en “felación”.
Quizás enmarcar el relato en una conversación con un compañero de celda, habría dado más veracidad al relato.
Me ha gustado leerte Vespasiano.
Saludos, nos leemos.
Hola amigo Vespaciano.
ResponderEliminarYo desde lo mas profundo del corazón entiendo lo difícil que es escribir sobre un tema que existe y no tiene tintes de un dia extinguirse. Se que tu lectura te lleva a historias como estas y te felicito por tener la capacidad de poder fraguar una historia que las delate ante la opinión de un taller.
debo de reconocer el valor que le sabes dar a las cosas que se deben cambiar.
Te felicito y te mando un abrazo y un saludo
Hola de nuevo Vespasiano... vi en el relato de una compañera que preguntabas por donde puedes localizarme.
ResponderEliminarIsabel Caballero, relato nº 22
Gracias por tu interés.
Hola, Vespasiano, me alegro mucho de volver a leerte.
ResponderEliminarMenudo relato máa duro que has escrito. No sé si, al narrarlo en primera persona, era tu intención justificar un asesinato, pero a mí, el cura ese, no me ha dado ninguna lástima. Es un tema duro que debería suprimirse de una manera drástica, aunque no me refiero a un paretón masivo, sino a algo definitivo pero no mortal...
Bueno, referente a la forma, ya te han dicho todo, aunque me gustó mucho el monólogo interno, empatiza mucho con el lector y de eso se trata, ¿no?
Un abrazo.
Hola Vespasiano, vuelvo a leerte después de algún tiempo en el que me he ausentado del taller Literautas. Tu historia describe muy bien los acontecimientos y me parece que el tema escogido le añada dificultad a la narración, no es fácil abordar ese tema con el vocabulario apropiado.
ResponderEliminarHas hecho un buen trabajo, nos seguiremos leyendo.
Hasta pronto.
Saludos, Vespasiano
ResponderEliminarAprovecho para decirte que siempre es muy grato encontrarte y que estés con nosotros en este nuevo sitio. Como siempre, tus historias tocan temas profundos y que calan en lo que debería nunca perderse, nuestra humanidad. Siempre he pensado que el texto le pertenece al escritor, pero las emociones derivadas de ellos, a sus lectores. Así que podemos ver que los compañeros te han marcado algunas de sus opiniones. Un tema difícil, penosamente muy actual.
Entre lo mejorable, ya te han mencionado el cambio del narrador, un omnisciente en tercera persona se adapta más, ya que podías involucrar al niño, o al asaltador, dentro de la trama. O quedarte con el personaje que cuenta su historia. Algo que he anotado, es que me parece inverosímil es la orgullosa confianza y arrogancia del cura, al usar su propia identidad para capturar victimas a través de una red social. Al igual que el hermano mayor, este tipo de individuos tienen conductas patológicas de "disfrazarse". Pero entiendo que era el recurso más factible de que el hermano lo encontrara. Lo demás, me ha parecido muy bien escrito, muy claro, coherente en tiempos y espacios temporales, etc.
Ha sido un relato crudo, con sus altibajos, pero con una tematica que todos debemos nunca ignorar, porque cuando de niños y abusadores se trata, es imposible actuar como esos pueblerinos y volver la cara a otro lado. Aunque hubiera preferido que el hermano se vengara del cura exponiendo todo en esa misma red social, "asesinando" su vestidura de hombre noble y respetado, y exponiéndolo como el lobo con piel de oveja. Pero la historia es tuya y la venganza acabó de raíz ese mal... que tristemente no ocurre en la realidad.
Felicidades.
Agradecimientos:
ResponderEliminarA todos los compañeros que habéis tenido la amabilidad de leerme y dejar vuestraS opiniones siempre bienvenidas.
El relato como casi todos habéis comentado es duro. Pero más duro, entiendo, es sufrir esos abusos y que los mismos sean tapados. Y estén prácticamente inmunes aquellos que los cometen.
Felicidades para todos.
Para vuestro conocimiento soy Vespasiano.
Hola, Vespasiano.
ResponderEliminarRelato durísimo y bastante real y actual, lamentablemente. Me parece difícil de escribir. Un relato muy logrado.
Felicitaciones, Vespasiano. Un placer saludarte.
Vespasiano, he comentado y se ha perdido. Siento te hayas contrariado por mi falta de comentario sobre tu escrito, no suelo valorarlos gramaticalmente. Respecto a los asesinatos, oh mísero de mí, oh infelice, no me percaté hasta después de que era el reto. Merezco ir al rincón de pensar. salu2
ResponderEliminarHola josetuba67:
ResponderEliminarSoy Vespasiano.
No he conseguido localizarte en la lista de los relatos publicados para devolverte la visita. Aunque puede ser que no hayas escrito nada esta mes y solo estés comentando los relatos de los compañeros.
De cualquier manera gracias por leerme.
Felicidades.